Our gospel this Sunday focuses on the issue of hypocrisy. It is a difficult message which challenges us to evaluate our lives to see if we are being truthful and honest. It calls us to make sure there is harmony present within us between what we profess and how we act. All needs to be connected. The Lord says, “Let your yes mean yes and your no mean no. everything else comes from the evil.” (Mt. 5:37).
The opposite of hypocrisy is integrity. This is demonstrated when we say “yes” to the Lord with our words and live that “yes” through our actions. Integrity is present, for example, in the lives of parents who take seriously the promises made at the baptism of their child. They take the time over the course of the years to form their children in the Catholic Faith by making sure they know the catechism and by witnessing to the value of Sunday Mass by attending each and every week.
Parents also demonstrate their integrity by honoring their marital vows. They strive for fidelity in good times and in bad, in sickness and in health and to love and honor each other until death.
Priests too make promises to God at ordination. We promise obedience to the bishop, prayer for the Church and a chaste celibate life. Like other people, priests need the grace of the sacraments to assist us in avoiding hypocrisy and maintaining integrity. All of us, priest or layperson, find that grace first and foremost in the Eucharist. That is why it is so important to fulfill the obligation we took on at our First Holy Communion to make Mass a priority in our lives. When we who are “church people” fail in our commitments, and allow hypocrisy to creep in, it is then that the words of Jesus are especially challenging; “tax collectors and prostitutes are taking your places in heaven” (Mt. 21:31).
Let us rely on God’s grace to honestly examine our lives. Let us strive for integrity by walking from repentance to sincere conversion. May our lives mirror the beauty of being a joyful follower of the Lord whose actions reflect honesty, transparency and the absence of hypocrisy.
Sincerely,
Rev. Miguel González
en Español:
Nuestro evangelio de este domingo se centra en el tema de la hipocresía. Es un mensaje difí cil que nos desafí a a evaluar nuestras vidas para ver si estamos siendo sinceros y honestos. Nos llama a asegurarnos que hay armonía presente dentro de nosotros entre lo que profesamos y cómo actuamos. Todo debe estar conectado. El Señor dice: "Deja que tu sí signifique sí y tu no signifique no. todo lo demás viene del mal " (Mt 5, 37).
Lo contrario de la hipocresí a es la integridad. Esto se demuestra cuando decimos "sí" al Señor con nuestras palabras y vivimos ese "sí" a través de nuestras acciones. La integridad estâ presente, por ejemplo, en las vidas de los padres que toman en serio las promesas hechas en el bautismo de su niño. Se toman el tiempo en el transcurso de los años para formar a sus hijos en la fe católica, asegura ndose de que conocen el catecismo y al dar testimonio del valor de la Misa dominical asistiendo cada fin de semana.
Los padres también demuestran su integridad honrando sus votos matrimoniales. Se esfuerzan por la fidelidad en las buenas y en las malas, en la enfermedad y en la salud, y se aman y se honran mutuamente hasta la muerte.
Los sacerdotes también hacen promesas a Dios en la ordenación. Prometemos obediencia al obispo, oracio n por la Iglesia y una casta vida célibe. Al igual que otras personas, los sacerdotes necesitan la gracia de los sacramentos para ayudarnos a evitar la hipocresía y mantener la integridad. Todos nosotros, sacerdotes o laicos, encontramos la gracia en primer lugar en la Eucaristía. Por eso es tan importante cumplir con la obligación que tomamos en nuestra Primera Comunión de hacer de la Misa una prioridad en nuestras vidas. Cuando lo que somos "personas de la iglesia" fallamos en nuestros compromisos, y permitimos que la hipocresí a se infiltre, es entonces que las palabras de Jesu s son especialmente desafiantes; "Cobradores de impuestos y prostitutas están tomando sus lugares en el cielo" (Mt 21:31).
Confiemos en la gracia de Dios para examinar honestamente nuestras vidas. Busquemos la integridad caminando del arrepentimiento a la conversión sincera. Que nuestras vidas reflejen la belleza de ser un seguidor gozoso del Señor cuyas acciones reflejan honestidad, transparencia y ausencia de hipocresía.
Sinceramente,
Fr. Miguel González