For many of us, the word “mom” is the first and the most beautiful word that we have ever spoken. When we are little children that word means everything. We pronounce it for anything we want. If we are hungry, if we are cold, if we are uncomfortable, if we need to be in her arms, if we are afraid, if we fall down. In later years, we continue to speak that word with great love.
When hearing this weekend’s gospel, it brings about feelings and emotions which point us to love which is very similar to the love of a mother. “No one has greater love than this, to lay down one’s life for one’s friends.” This action is modeled by Jesus but after him, the closest experience that we have of someone dying for us is our mother. Giving birth to us only begins a life of making sacrifices for us. The great pains of birth lead to a lifetime of sacrificing for us – failing to get a good night’s sleep as they care for us, sacrificing their comforts and needs in order to support our needs with the goal of leading us to experience the fullness of life, happiness, joy, and success.
For this, and for many other things, we are truly grateful for our moms whether living or dead. We use Mother’s Day to intensify our focus on them and our need to express our thanks. We do this in part by attempting to reciprocate their love, care and forgiveness. For me personally, with happiness and joy, I share the fact that my mom is responsible for showing me great love that has in turn helped me to strive to be a man of God and someone who is solid in my faith and strong in my responsibilities to God and others.
I would like to thank not only my mom but all the mothers that continue being the best version of God in this world and who best offer that modeled an attitude of dying for others, of generosity and of profound love.
Happy Mother’s Day!!!
Sincerely,
Rev. Miguel González
en español:
Para muchos de nosotros, la palabra "mamá" es la primera y la palabra más hermosa que hemos pronunciado. Cuando somos niños, esa palabra significa todo. La pronunciamos para lo que queramos. Si tenemos hambre, si tenemos frío, si nos sentimos incómodos, si necesitamos estar en los brazos de mama, si tenemos miedo, si nos caemos. Años después seguimos pronunciando esa palabra con gran amor.
Al escuchar el evangelio de este fin de semana, surgen sentimientos y emociones que nos llevan a un amor que es muy similar al amor de una madre. "Nadie tiene mayor amor que el dar la vida por los amigos". Esta acción está modelada por Jesús, y después de él lo más cercano que tenemos a esa acción es nuestra madre. Darnos a luz solo comienza una vida de sacrificios de ellas por nosotros. Los grandes dolores del parto conducen a toda una vida de sacrificios: no poder dormir bien por la noche mientras nos cuidan, sacrificar sus comodidades y necesidades para apoyar nuestras necesidades con el objetivo de llevarnos a experimentar la plenitud de la vida, felicidad, alegría y éxito.
Por esto, y por muchas otras cosas, estamos realmente agradecidos por nuestras mamás, vivas o difuntas. Usamos el Día de la Madre para intensificar nuestro enfoque en ellas y nuestra necesidad de expresar nuestro agradecimiento. Hacemos esto en parte al intentar corresponder a su amor, cuidado y perdón. Para mí personalmente, con alegría y felicidad, les comparto el hecho de que mi mamá siempre me mostro un gran amor y al mismo tiempo me ayudo a esforzarme por ser un hombre de Dios y alguien sólido en la fe y fuerte en las responsabilidades con Dios y los demás.
Quisiera agradecer no solo a mi mamá sino a todas las madres que continúan siendo la mejor versión de Dios en este mundo y que ofrecen ese modelo de actitud de morir por los demás, de generosidad y de profundo amor.
¡¡¡Feliz día de las Madres!!!
Sinceramente,
Rev. Miguel González