“I am the vine, you are the branches. Whoever remains in me and I in him will bear much fruit” (Jn. 15:5). There is no life without Jesus. The reality is that if we reject or do not accept Jesus and his way of life, we end up living for this world and dying to the world of Our Lord. If we live in this world rooted in comfort, pleasure, power and a pursuit of wealth we cannot bear much fruit. We risk the loss of God’s Kingdom.
It is difficult to be rooted in Jesus the vine. The evil one tempts us to be rooted in the world. Satan holds out for us many things that compete for our attention and cut people off from a life in Jesus. This happens, for example, when vulnerable human life is disrespected. Too many people have a callous attitude regarding the unborn. Abortion is readily available and even celebrated by some people as a liberating form of “health care.” Too many Catholic politicians support this intrinsic moral evil as well as others. This is not being rooted in Jesus.
It is not being rooted in Jesus when people access the scourge of pornography. The evil one undermines purity of mind and heart and destroys innocence when people enter filthy websites, apps, places, parties and movies that are offensive and filled with dark images which lead people to commit other impure acts and to view other people as objects of pleasure rather than dignified human beings.
It is not being rooted in Jesus when a branch is not nourished by the sacraments. A branch needs to feed on the Body and Blood of Christ which is a condition for salvation. Allowing other plans and interests to crowd out Mass is not being rooted in Jesus.
These are just a few of the ways people can cut themselves off from the vine which is Jesus. Let us then be vigilant about our “roots.” As branches, may we be careful to make sure we are rooted in those things that bring us closer to God – the things that make us truly happy and holy. Let us pray for ourselves and the whole world that we may avoid sin and bear much fruit so as to never be separated from God. For Jesus says, “Anyone who does not remain in me will be thrown out like a branch and wither” (Jn 15:6).
Sincerely,
Rev. Miguel González
en español:
“Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto” (Jn. 15: 5). No hay vida sin Jesús. La realidad es que, si rechazamos o no aceptamos a Jesús y su forma de vida, terminamos viviendo para este mundo y muriendo para el mundo de Nuestro Señor. Si vivimos en este mundo arraigado en la comodidad, el placer, el poder y la búsqueda de la riqueza, no podremos dar muchos frutos. Nos arriesgamos a perder el Reino de Dios.
Es difícil estar enraizado en Jesús, la vid. El maligno nos tienta a enraizarnos en el mundo. Satanás nos ofrece muchas cosas que compiten por nuestra atención y alejan a las personas de una vida en Jesús. Por ejemplo, esto sucede cuando no se respeta la vida humana de los más vulnerables. Demasiadas personas tienen una actitud insensible con respecto a los no nacidos. El aborto está fácilmente disponible e incluso algunas personas lo celebran como una forma liberadora de "atención médica". Demasiados políticos católicos apoyan este mal moral intrínseco al igual que otros. Esto no tiene sus raíces en Jesús.
No se está arraigado en Jesús cuando las personas acceden al flagelo de la pornografía. El maligno socava la pureza de mente y corazón y destruye la inocencia cuando las personas ingresan a sitios web, aplicaciones, lugares, fiestas y películas sucias que son ofensivas y están llenas de imágenes oscuras que llevan a las personas a cometer otros actos impuros y a ver a otras personas como objetos de placer en lugar de seres humanos dignos.
No se está arraigado en Jesús cuando una rama no se nutre de los sacramentos. Una rama necesita alimentarse del Cuerpo y la Sangre de Cristo, que es una condición para la salvación. Permitir que otros planes e intereses desplacen la Misa no es tener las raíces puestas en Jesús.
Estas son solo algunas de las formas en que las personas pueden separarse de la vid que es Jesús. Entonces estemos atentos a nuestras "raíces". Como ramas, tengamos cuidado de asegurarnos de estar arraigados en aquellas cosas que nos acercan a Dios, las cosas que nos hacen verdaderamente felices y santos. Oremos por nosotros mismos y por el mundo entero para que podamos evitar el pecado y dar mucho fruto para que nunca estemos separados de Dios. Porque Jesús dice: “El que no permanece en mí lo tiran y se seca” (Jn 15, 6).
Sinceramente,
Rev. Miguel González