It is with great joy to announce that we are almost finished with Phase I of our construction plan to build a new church building. This means that the completion of the rectory is upon us. This beautiful new home will provide on-site housing for the priests who serve in our parish for generations to come. I am so grateful to those who have been part of this dream to construct the House of God and the Gate to Heaven.
We are working to create this sacred space to allow us to come together and retreat from the world as we celebrate the sacraments, most especially, the Sacrament of the Eucharist where Jesus is made present to us. He reminds us in today’s Gospel that He is the Bread of Life come down from Heaven. Our new church building will be a worthy and noble place to celebrate such a profound mystery – the sacrifice of his love for us so as to feed us with his body, blood, soul and divinity.
Being part of a campaign to construct our New Church is not an ordinary event – it is, instead, heavenly. We have the honor and the privilege of building the House of God in this world so that the gospel will be preached and the name of God will be known. We hear the importance of this in several of the messages of our Blessed Mother in a variety of apparitions over the centuries: “Build a house of prayer and worship where she can listen to us.” In this house, we will build up our community and leave a legacy of worship and honor to God for generations to come. Our work today will help others experience God in the future. As Jesus says in today’s gospel, “Everyone who listens to my Father and learns from him comes to me.”
Thus far, 169 of our households have said “yes” to building this sacred place. As we move into Phase II, I would like to remind you that you still have the opportunity to be part of this project to build together the “Gate to Heaven.” This is an opportunity to build up treasure in Heaven. Jesus says, “Do not lay up for yourselves treasures on earth, where moth and rust destroy and where thieves break in and steal, but lay up for yourselves treasures in heaven, where neither moth nor rust destroys and where thieves do not break in and steal. For where your treasure is, there your heart will be also.” As we know in order for us to have eternal life is important to sacrifice and share our resources here and now.
Next weekend we will engage in a second formal request for contributions/pledges to the project. I want you to know that the lay leadership and I are committed to being good stewards of the resources you entrust to the parish. We will continue to communicate what is going on and how your contributions are making a difference.
With strong roots in the admonishments of the Old Testament, the challenges outlined in the New Testament, the Church continues to preach the necessity for us to be generous. God will not be outdone in generosity. Anything we offer to Him in loving sacrifice comes back to us over and over again.
I am humbled that so many of you have already donated to this project motivated by faith. Your generosity will no doubt bring about much good fruit. Generosity has the power to transform us. It helps us realize our place before God as loved and blessed beyond measure. Jesus says, “We are stewards, not owners of God’s wealth.” Generosity keeps things in perspective.
In anticipation of next weekend’s celebration of Our Lady of the Assumption, you will be receiving a letter with a Phase II campaign request. Cards will be available at the entrance to the church if you would like to fill out a card and leave it in the capital campaign box.
Let us continue praying so that more people will join us in this project which will benefit us, our children and our children’s children. When giving let us do it out of love as Saint Paul tells the Corinthians: “God doesn’t want gifts motivated by a sense of duty or obligation. He wants us to give out of joy and compassion.” Let us build together the HOUSE OF GOD AND THE GATE TO HEAVEN.
Sincerely,
Rev. Miguel González
parte de su Pastor…
Con gran alegría les anuncio que casi hemos terminado con la Fase I de nuestro plan de construcción para construir un nuevo edificio para la Iglesia. Esto significa que estamos a punto de terminar la rectoría. Esta casa nueva proporcionará alojamiento para los sacerdotes que servirán en nuestra parroquia durante las generaciones venideras. Estoy muy agradecido con aquellos que han sido parte del sueño de construir la Casa de Dios y la Puerta al Cielo.
Estamos trabajando para crear este espacio sagrado que nos permita unirnos y retirarnos del mundo mientras celebramos los sacramentos, de manera especial, el Sacramento de la Eucaristía donde Jesús se nos hace presente. Él nos recuerda en el Evangelio de hoy que Él es el Pan de Vida bajado del Cielo. Nuestro nuevo edificio de la iglesia será un lugar noble y digno para celebrar este profundo misterio: el sacrificio de su amor por nosotros para alimentarnos con su cuerpo, sangre, alma y divinidad.
Ser parte de una campaña para construir nuestra Nueva Iglesia no es algo ordinario, sino divino. Tenemos el honor y el privilegio de construir la Casa de Dios en este mundo para que se predique el evangelio y se conozca su nombre. Escuchamos la importancia de esto en varios de los mensajes de nuestra Santísima Madre en una variedad de apariciones a lo largo de los siglos: “Construir una casa de oración y adoración donde ella pueda escucharnos”. En esta casa, edificaremos nuestra comunidad y dejaremos un legado de adoración y honor a Dios para las siguientes generaciones. Nuestro trabajo hoy ayudará a otros a tener una experiencia de Dios en el futuro. Como dice Jesús en el evangelio de hoy: "Todo el que escucha a mi Padre y aprende de él, viene a mí".
Hasta ahora, 169 de nuestros hogares han dicho "sí" a la construcción de este lugar sagrado. A medida que avanzamos hacia la Fase II, me gustaría recordarles que todavía tienen la oportunidad de ser parte de este proyecto para construir juntos la "Puerta al Cielo". Esta es una oportunidad para acumular tesoros en el cielo. Jesús dice: “"No junten tesoros y reservas aquí en la tierra, donde la polilla y el óxido hacen estragos, y donde los ladrones rompen el muro y roban. Junten tesoros y reservas en el Cielo, donde no hay polilla ni óxido para hacer estragos, y donde no hay ladrones para romper el muro y robar. Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón." Como sabemos, para que podamos tener la vida eterna es importante sacrificarnos y compartir nuestros recursos aquí y ahora.
El próximo fin de semana participaremos en una segunda petición para la campaña Capital del proyecto de la nueva Iglesia. Quiero que sepan que el liderazgo de los comités y yo estamos comprometidos a ser buenos administradores de los recursos que usted confía a la parroquia. Continuaremos comunicando lo que está sucediendo y cómo sus contribuciones están marcando la diferencia.
Tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento hay raíces fuertes y leyes que nos retan a profundizar en la necesidad de ser generosos. Dios no se quedará atrás en generosidad. Todo lo que le ofrecemos en amoroso sacrificio vuelve a nosotros una y otra vez.
Me alegra que muchos de ustedes ya hayan donado a este proyecto motivados por la fe. Sin duda, su generosidad producirá buenos frutos. La generosidad tiene el poder de transformarnos. Nos ayuda a ser conscientes de que nuestro lugar ante Dios es ser amados y bendecidos sin medida. Jesús dice: "Somos administradores, no dueños de las riquezas de Dios". La generosidad mantiene las cosas en perspectiva.
En anticipación de la celebración de Nuestra Señora de la Asunción el próximo fin de semana, recibirá una carta de la Campaña Capital de la Fase II. Las tarjetas están disponibles en la entrada de la Iglesia por si desea llenar una y dejarla en la caja de la Campaña Capital.
Sigamos orando para que más personas se sumen a este proyecto que beneficiará a todos, a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos. Al donar, hagámoslo por amor, como dice San Pablo a los Corintios: “Dios no quiere regalos motivados por el sentido del deber o la obligación. Quiere que demos con alegría y compasión”. Construyamos juntos la CASA DE DIOS Y LA PUERTA AL CIELO.
Sinceramente,
Rev. Miguel González