“Do this in memory of me.” With this, Jesus inaugurates a new covenant with his followers. “Only if you eat my body and drink my blood will you have eternal life.” John tells us that before we celebrate the Eucharist, we have to be charitable to one another, we must be reconciled and in good relationship with others. Jesus says that if we are coming to the temple but we have something against anyone, or someone has something against us, we are called to leave the gift we are brining at the entrance of the temple and go and reconcile with that person. Afterward, we can then return and offer the gift to the Lord, because he desires mercy more than sacrifice.
To come and celebrate Mass should be the crowning of all the goodness and charity we have expressed to one another during the week. This is the meaning of, “I have given you a model to follow, so that as I have done for you, you should also do.” The center of our liturgy is the foundational meaning of the Eucharist which is sacrificial service. Jesus says that the meaning of consuming the Eucharist is lost if we do not symbolically “wash the feet of others.” A person who is consumed with things like selfishness, discrimination, lack of charity, and hatred should refrain from taking Holy Communion. The Eucharist is a precious gift that we should receive worthily.
This is why every time we come to the Eucharist, we have to ask the Lord to help us to have a spirit of service and generosity toward our neighbor. To act in that way is to reflect what Jesus did at that last supper, so that we may continue making present the Kingdom of God based on love.
The scriptures says that the Lord loved his people to the fullest degree, to the end. That love was not returned by Judas who betrayed our Lord. The devil tempted Judas and infected his life. We too are impacted by the power and temptation of evil. Even though evil is present, we must take responsibility for our own sins and to strive to resist the devil in our daily lives. In order for us to do this and grow in holiness, we must surrender ourselves to the Lord as a slave in imitation of his example at the Last Supper. What Jesus is teaching is the ministry or servanthood. The greatest among us is the one who serves others.
As we enjoy this Easter season, let us remember that unless we celebrate the Eucharist to remember what Jesus did for us, we will not be able to resurrect on the last day and live with Jesus forever.
Happy Easter!!!
Sincerely,
Rev. Miguel González
De parte de su Pastor…
“Hagan esto en memoria mía”. Con esto, Jesú s inaugura una nueva alianza con sus seguidores. “Sólo si comen mi cuerpo y beben mi sangre tendrán vida eterna”. Juan nos dice que antes de celebrar la Eucaristı́a, debemos ser caritativos unos con otros, debemos estar reconciliados y en buenas relaciones con los demá s. Jesú s dice que, si vamos al templo, pero tenemos algo contra alguien, o alguien tiene algo contra nosotros, estamos llamados a dejar el regalo que llevamos en la entrada del templo e ir a reconciliarnos con esa persona. Después podemos regresar y ofrecer el regalo al Señor, porque él desea má s misericordia que sacrificio.
Venir a celebrar la Misa deberı́a ser la coronació n de toda la bondad y caridad que hemos expresado a los demá s durante la semana. Este es el significado de: “Les he dado un modelo a seguir, para que ustedes también hagan lo que yo he hecho por ustedes”. El centro de nuestra liturgia es el significado fundamental de la Eucaristı́a, que es servicio sacrificado. Jesú s dice que el significado de consumir la Eucaristı́a se pierde si no “lavamos los pies de los demás” simbó licamente. Una persona consumida por cosas como el egoı́smo, la discriminació n, la falta de caridad y el odio debe abstenerse de tomar la Sagrada Comunión. La Eucaristı́a es un don precioso que debemos recibir dignamente.
Por eso cada vez que venimos a la Eucaristı́a debemos pedirle al Señor que nos ayude a tener un espı́ritu de servicio y generosidad hacia el pró jimo. Actuar ası́ es reflejar lo que hizo Jesú s en aquella última cena, para que sigamos haciendo presente el Reino de Dios basado en el amor.
Las Escrituras dicen que el Señ or amó a su pueblo al má ximo, hasta el fin. Ese amor no fue correspondido por Judas que traicionó a nuestro Señ or. El demonio tentó a Judas e infectó su vida. Nosotros también somos impactados por el poder y la tentació n del mal. Aunque el mal esté presente, debemos asumir la responsabilidad de nuestros propios pecados y esforzarnos por resistir al diablo en nuestra vida diaria. Para poder hacer esto y crecer en santidad, debemos entregarnos al Señ or como esclavos a imitación de su ejemplo en la Ultima Cena. Lo que Jesú s está enseñ ando es el ministerio o servicio. El más grande entre nosotros es el que sirve a los demás.
Mientras disfrutamos de este tiempo Pascual, recordemos que a menos que celebremos la Eucaristı́a para recordar lo que Jesú s hizo por nosotros, no podremos resucitar en el último dı́a y vivir con Jesú s para siempre.