From your Pastor…
We live in a thirsty world. What I mean by that is we are often looking for satisfaction and yet the world cannot offer true and lasting relief for our thirst. When someone is really physically thirsty, it can be detrimental to that person’s health. An athlete, for example, who spends huge amounts of time working out, practicing and competing requires a great deal of hydration. Such a person can become extremely thirsty.
The same is true for our spiritual lives. When we look to the world for satisfaction for life’s deepest questions and concerns, we are left feeling thirsty. We try to quench our sadness, difficulties, sickness and suffering and yet we are not truly satisfied.
In these times we need to remember that spiritual water can be found by being in close communion with the Church. The Samaritan woman in our gospel was once lost. She had been married multiple times and the string of men she had been with left her empty and thirsty. Her thirst was only truly quenched through an encounter with Jesus. At the well, the Lord challenged her to detach from the world of sin and find true spiritual water.
Jesus is the living water that our souls are searching for. It is Jesus alone who is able to truly satisfy the thirst of the woman and our thirst today. Quenching our thirst with Jesus means breaking the bonds of our past behaviors, sins, idols, evil intentions, etc. Quenching our thirst leads us back to him.
Jesus meant his kingdom to be for everyone so that we may never be thirsty again. Let us ask the Lord to help us to drink of the water he offers to us. May He help us to always be close to the Lord, just like the Samaritan woman, so that we may never be thirsty again.
Sincerely,
Fr. Miguel González
De parte de su Pastor…
Vivimos en un mundo sediento. Lo que quiero decir con eso es que a menudo buscamos satisfacción y, sin embargo, el mundo no puede ofrecer un alivio verdadero y duradero para nuestra sed. Cuando alguien tiene mucha sed físicamente, puede ser perjudicial para la salud de esa persona. Un atleta, por ejemplo, que pasa mucho tiempo entrenando, practicando y compitiendo requiere una gran cantidad de hidratación. Tal persona puede volverse extremadamente sedienta.
Lo mismo es cierto para nuestra vida espiritual. Cuando miramos al mundo en busca de satisfacción por las preguntas más profundas y preocupaciones de la vida, nos quedamos sedientos. Tratamos de saciar nuestras tristezas, dificultades, enfermedades y sufrimientos y, sin embargo, no estamos verdaderamente satisfechos.
En estos tiempos debemos recordar que el agua espiritual se puede encontrar estando en estrecha comunión con la Iglesia. La mujer samaritana en nuestro evangelio vivió perdida. Se había casado varias veces y la serie de hombres con los que había estado la dejaron vacía y sedienta. Su sed solo se sació verdaderamente a través de un encuentro con Jesús. En el pozo, el Señor la desafió a desprenderse del mundo del pecado y encontrar el agua espiritual verdadera.
Jesús es el agua viva que nuestras almas buscan. Solo Jesús es capaz de saciar verdaderamente la sed de la mujer y nuestra sed hoy. Saciar nuestra sed con Jesús significa romper las ataduras de nuestros comportamientos pasados, pecados, ídolos, malas intenciones, etc. Saciar nuestra sed nos lleva de regreso a él.
Jesús quiso que su reino fuera para todos para que nunca más tengamos sed. Pidamos al Señor que nos ayude a beber del agua que nos ofrece. Que Él nos ayude a estar siempre cerca de Dios, como la mujer samaritana, para nunca más tengamos sed.
Sinceramente,
Fr. Miguel González