From your Pastor…
Most of us have had the experience of a deep personal relationship with another person. Perhaps that relationship is with a spouse, relative or a good friend. A deep relationship requires both people to give of themselves. It requires effort and honesty.
The elements of a deep personal relationship with another person can be applied to our relationship with the Lord. The reality of that relationship requires effort on our part and not on the part of God. After all, the Lord is constantly present to us. He is constantly guiding us, protecting us and showing us his love. Our task is to reciprocate. Our task is to examine our relationship and seek to deepen that communion through things like a regular participation in the sacraments. Seeking forgiveness in the Sacrament of Reconciliation before receiving the body, blood, soul, and divinity of Jesus Christ is a powerful tool which leads us to a deeper intimacy with him.
Sacrifice is another tool which helps us deepen our intimacy. Offering our time in personal prayer or offering a talent in service of Jesus and his Church is essential. Moreover, when we sacrifice our treasure in support of the Church – the Body of Christ – we then express our faith and gratitude. God gives us everything that we have and when we sacrifice a portion of those gifts, we recognize the source of our gifts and we deepen our intimacy with him.
Without striving for a deep personal relationship with the Lord, we are simply practicing a dead religion. We can sometimes fall into the trap of just going through the motions without actively working on our relationship. Yes, we go to Mass and say our meal prayers, but we can do so without much thought or reflection which then does not really deepen our personal relationship with the Lord.
Let us make our relationship with the Lord something that is a natural part of our lives. May our participation at Mass, our prayer, our reading of the bible and our tithing all lead us to a deeper communion with the Lord and one another.
Sincerely,
Rev. Miguel Gonzalez
De parte de su Pastor…
La mayoría de nosotros hemos tenido la experiencia de una relación personal profunda con otra persona. Quizás esa relación sea con un cónyuge, un familiar o un buen amigo. Una relación profunda requiere que ambas personas se den a sí mismas. Requiere esfuerzo y honestidad.
Los elementos de una relación personal profunda con otra persona pueden aplicarse a nuestra relación con el Señor. En realidad, esa relación requiere esfuerzo de nuestra parte y no de Dios. Después de todo, el Señor está constantemente presente para nosotros. Él nos está guiando continuamente, protegiéndonos y mostrándonos su amor. Nuestra tarea es corresponder. Nuestra tarea es examinar nuestra relación y buscar profundizar esa comunión a través de cosas como una participación regular en los sacramentos. Buscar el perdón en el Sacramento de la Reconciliación antes de recibir el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Jesucristo es una herramienta poderosa que nos lleva a una intimidad más profunda con él.
El sacrificio es otra herramienta que nos ayuda a profundizar nuestra intimidad. Ofrecer nuestro tiempo en oración personal u ofrecer un talento al servicio de Jesús y su Iglesia es esencial. Además, cuando sacrificamos nuestro tesoro en apoyo de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, expresamos nuestra fe y gratitud. Dios nos da todo lo que tenemos y cuando sacrificamos una parte de esos dones, reconocemos la fuente de nuestros dones y profundizamos nuestra intimidad con él.
Sin luchar por una relación personal profunda con el Señor, simplemente estamos practicando una religión muerta. A veces podemos caer en la trampa de simplemente seguir los movimientos sin trabajar activamente en nuestra relación. Sí, vamos a Misa y rezamos las oraciones de la comida, pero podemos hacerlo sin pensarlo mucho o reflexionar, lo que no profundiza realmente nuestra relación personal con el Señor.
Hagamos de nuestra relación con el Señor algo que sea una parte natural de nuestras vidas. Que nuestra participación en la Misa, nuestra oración, nuestra lectura de la Biblia y nuestro diezmo nos lleven a una comunión más profunda con el Señor y entre nosotros.
Sinceramente,
Rev. Miguel González