From your Pastor...
Today’s Solemnity of the Body and Blood of the Lord finds its roots in the Old Testament’s account of the liberation of the Israelites. After the people of Israel were freed from Pharoah, they left Egypt and entered into the desert. They started murmuring and complaining because they were tired and hungry. God gave them water out of a rock and sent mana for daily food. God sent the manna every morning but the following point was made: “Not by bread alone does man live but from every word that comes from the mouth of God.”
The parallel with the Eucharist is clear. We celebrate the liturgy of the word and right after the petitions we continue with the liturgy of the Eucharist. We celebrate WORD and SACRAMENT. The sustenance which the Israelites received was temporary and worldly. The Eucharist is not. This divine gift is with us to give us nourishment until the end of time.
Holy communion is vital in the life of the believer. In fact, Jesus said that unless we eat his body, we will not have eternal life. The Lord’s supper is real communion with God himself. He is the true bread and whoever eats it will have life forever. As Moses said, Manna is FROM Heaven but the Eucharist LEADS us to Heaven.
In the Eucharist, we have Jesus as food for the journey through life. This food is not ordinary bread and wine but his real flesh and blood. So, anyone who would like to have eternal life will have to eat his flesh. He is not telling to eat his arms and legs but he talks about his flesh and blood under the appearance of the host and wine. The Israelites eat the mana but they died but whoever eats his body and blood will live eternally. The mana was a miraculous bread from heaven, but Jesus is not a mere symbol, he is greater than the mana.
As we approach communion this weekend, let us thank the Lord for giving us this living bread from heaven for us to be nurtured and led to salvation.
Sincerely,
Rev. Miguel González
De parte de su Pastor...
La Solemnidad de hoy del Cuerpo y la Sangre del Señor tiene sus raíces en el relato del Antiguo Testamento sobre la liberación de los israelitas. Después de que el pueblo de Israel fue liberado del faraón, salió de Egipto y entró en el desierto. Empezaron a murmurar y quejarse porque estaban cansados y hambrientos. Dios les dio agua de una roca y envió maná para el alimento diario. Dios enviaba el maná todas las mañanas, pero se remarcó lo siguiente: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
El paralelo con la Eucaristía es claro. Celebramos la liturgia de la palabra y luego de las peticiones continuamos con la liturgia de la Eucaristía. Celebramos la PALABRA y el SACRAMENTO. El sustento que recibieron los israelitas fue temporal y mundano. La Eucaristía no lo es. Este don divino está con nosotros para alimentarnos hasta el final de los tiempos.
La sagrada comunión es vital en la vida del creyente. De hecho, Jesús dijo que a menos que comamos su cuerpo no tendremos vida eterna. La cena del Señor es una comunión real con Dios mismo. Él es el verdadero pan y quien lo come tendrá vida para siempre. Como dijo Moisés, el Maná es DEL CIELO, pero la Eucaristía nos LLEVA al Cielo.
En la Eucaristía tenemos a Jesús como alimento del camino de la vida. Este alimento no es pan y vino ordinarios sino su verdadera carne y sangre. Entonces, cualquiera que quiera tener vida eterna tendrá que comer su carne. No está diciendo que se coma sus brazos y piernas, pero habla de su carne y sangre bajo la apariencia de la hostia y el vino. Los israelitas comieron el maná, pero murieron, pero el que come su cuerpo y su sangre vivirá eternamente. El maná era un pan milagroso del cielo, pero Jesús no es un mero símbolo, es más grande que el maná.
Al acercarnos a la comunión este fin de semana, agradezcamos al Señor por darnos este pan vivo del cielo para que seamos nutridos y guiados a la salvación.
Sinceramente,
Rev. Miguel González