“A prophet is not without honor except in his native place and among his own kin and in his own house.” This is the phrase which stands out from gospel we hear proclaimed this weekend. When we interact with our own family, our friends, our co-workers, or our neighbors, they are not that impressed with what we have to say compared with an outside “expert.” People whom we know can easily dismiss us because of familiarity. They see us as being quite ordinary. This is probably why we have the expression, “familiarity breeds contempt.”
This is the situation in which Jesus finds himself in our gospel. People are not accepting his preaching or teaching. They struggle to believe that he is a miracle worker or someone capable of great leadership. Jesus’ familiarity presented a roadblock which limited their ability to accept him as someone special and, in fact, the Messiah.
This lack of acceptance is a source of disappointment for Jesus. Not only do they reject Jesus, they reject his closest followers as well.
Our gospel challenges us, therefore, to guard against allowing Jesus’s presence in our lives to become ordinary. We must strive to have our words and prayers flow from deep down in our hearts. Jesus’s presence in our lives is always extraordinary. When we recognize this, it is then easier to follow his commands and live according to his values.
Let us ask the Lord that we may never act like the people in his own town. Let us act with true faith, always recognizing Jesus as an extraordinary and irreplaceable presence in our lives.
Sincerely,
Rev. Miguel González
en Español:
"Un profeta no es sin honor, excepto en su lugar natal y entre sus propios familiares y en su propia casa". Esta es la frase que se destaca del evangelio que oímos proclamar este fin de semana. Cuando interactuamos con nuestra propia familia, nuestros amigos, nuestros companeros de trabajo o nuestros vecinos, no se impresionan con lo que tenemos que decir en comparación con un "experto" externo. Las personas que conocemos pueden ignorarnos facilmente debido a nuestra familiaridad. Nos ven como bastante ordinarios. Esta es probablemente la razon por la cual tenemos la expresion "familiaridad genera desprecio".
Esta es la situación en la que Jesús se encuentra en nuestro evangelio. La gente no acepta su predicación o enseñanza. Se les dificulta creer que el es un hacedor de milagros o alguien capaz de un gran liderazgo. La familiaridad con Jesus presentó un obstáculo que limitaba su capacidad de aceptarlo como alguien especial y, de hecho, como el Mesías.
Esta falta de aceptación es una fuente de decepcion para Jesus. No solo rechazan a Jesús, también rechazan a sus seguidores más cercanos.
Por lo tanto, nuestro evangelio nos desafía, por lo tanto, a evitar que la presencia de Jesus en nuestras vidas se vuelva común. Debemos esforzarnos para que nuestras palabras y oraciones fluyan desde lo más profundo de nuestros corazones. La presencia de Jesús en nuestras vidas es siempre extraordinaria. Cuando reconocemos esto, es más fácil seguir sus ordenes y vivir de acuerdo con sus valores.
Pidamos al Señor que nunca actuemos como las personas en la ciudad de Jesús. Actuemos con fe verdadera, reconociendo siempre a Jesús como una presencia extraordinaria e irremplazable en nuestras vidas.
Sinnceramente,
Rev. Miguel González