Jesus says, “Ephphatha!” — that is, “be opened!” This is a wonderful gospel passage which reminds us that we too can be hard of hearing. Our lack of hearing, however, can be spiritual and not physical. Lack of spiritual hearing was present in the life of the Pharisees who asked Jesus about divorce and the law. Jesus responds that the exception to the law was due to the hardness of their hearts. They were unable to hear the truth. Not being able to hear the difficult teachings of Jesus is often related to the way sin can block the message. Simply put, the presence of sin in our lives doesn't allow us to hear well.
In our gospel, we see the person with hearing and speech impediments as someone brought to Jesus by people of faith. These people heard Jesus’ message clearly and believed in his power to heal. Their faith empowered them to bring the man to Jesus. Their perseverance and certitude led to the miraculous healing.
Jesus, of course, comes to save us. As we call to mind our own impediments and deficiencies, let us be open to the power of healing which Jesus wants to give to us. Jesus call us to “be opened!” which means opening our hearts and spiritual ears to the ways in which Jesus is speaking to us. When we truly listen to his words, we are humbled by his powerful love. That spirit of humility allows us to use our own speech to build up other people. Therefore, my prayer is that this gospel will inspire all of us to “be opened.”
Sincerely,
Rev. Miguel González
en Español:
Jesus dice: "¡Effeta!", Es decir, "¡Abrete!" Este es un maravilloso pasaje del evangelio que nos recuerda que nosotros también podemos ser difíciles de escuchar. Nuestra falta de audición, sin embargo, puede ser espiritual y no física. La falta de audicion espiritual estuvo presente en la vida de los fariseos que le preguntaron a Jesús sobre el divorcio y la ley. Jesús responde que la excepción a la ley se debió a la dureza de sus corazones. No pudieron escuchar la verdad. No poder escuchar las difíciles enseñanzas de Jesús a menudo se relaciona con la forma en que el pecado puede bloquear el mensaje. En pocas palabras, la presencia del pecado en nuestras vidas no nos permite escuchar bien.
En nuestro evangelio, vemos a la persona con impedimentos auditivos y del habla como alguien traído a Jesus por personas de fe. Estas personas escucha- ron claramente el mensaje de Jesus y creyeron en su poder para sanar. Su fe les dio poder para llevar al hombre a Jesus. Su perseverancia y certeza condu- jeron a la curacion milagrosa.
Jesús, por supuesto, viene a salvarnos. Al recordar nuestros propios impedimentos y deficiencias, permitámonos abrirnos al poder de curacion que Jesús quiere darnos. ¡Jesús nos llama a "ser abiertos!" Lo cual significa abrir nuestros corazones y oídos espirituales a las formas en que Jesus nos esta hablando. Cuando realmente escuchamos sus palabras, nos sentimos honrados por su poderoso amor. Ese espíritu de humildad nos permite usar nuestro propio discurso para construir otras personas. Por lo tanto, mi oracion es que este evangelio nos inspire a todos a "ser abiertos".
Sinceramente,
Rev. Miguel González