When speaking about the mystery of his ordination to the priesthood, Saint John Vianney once said this: “I prostrated myself conscious of my nothingness and rose as a priest forever.” When I myself was ordained to the priesthood, I made the same prostration before God and His community - forgetting about myself, my family and many of my own plans in order to fulfill the will of God in my life within His Church. This has not always been easy but it has been satisfying and fulfilling. I love being a priest. I am humbled by the way the Lord has used me to bring grace and blessings through the Sacraments as I attempt to serve His bride, the Church.
Being an instrument of God’s love and mercy can at times be a burden because of my own humanity. And yet, God has given me the grace and strength I have needed to engage in the daily ministry of a priest which includes things like confessions, Masses, baptisms, funerals, weddings, blessing of sacramentals, parish programs, meetings, visiting the sick, administration, fellowships, trainings, counselling, praying for people, writing, teaching, fundraising, building a new house for God and always trying to be prepared for whatever comes next. Wow, what a life! It is a priestly life that has made me a better human being who has tried to do the work of God. There is nothing better in this world that would make me happier.
During this XV year of my ordination to priesthood, I have felt the presence of God in palpable ways through my prayers and preaching. I know first-hand that God is generous. He rewards us a hundredfold for every good thing we do for His Church. When Peter asked Jesus, what would happen to those who have left their family and plans, Jesus answered: “And everyone who has given up houses or brothers or sisters or father or mother or children or lands for the sake of my name will receive a hundred times more, and will inherit eternal life” (Mt 19:29). This only reaffirms the fact that God always gives back to us more than we give to him.
I am really glad the Lord has sent me to this community to help build His Church in Peshastin. It has been challenging at times, but the Lord has shown himself over and over again through your generosity and sacrifice. Your gifts of time, talent, and treasure have contributed to the building up of His house – both physically and spiritually.
I am happy to celebrate with all of you my XV year of priesthood and I thank God for my vocation through which He has given me much joy and peace. I pray for all of you that as we celebrate my anniversary you may also embrace your own vocation and fulfill God’s will through it.
Sincerely,
Rev. Miguel González
en español:
Al hablar del misterio de su ordenación sacerdotal, San Juan Vianney dijo una vez: “Me postré consciente de mi nada y me levanté sacerdote para siempre”. Cuando fui ordenado al sacerdocio, hice la misma postración ante Dios y Su comunidad, olvidándome de mí mismo, de mi familia y de muchos de mis propios planes para cumplir la voluntad de Dios en mi vida dentro de Su Iglesia. Esto no siempre ha sido fácil, pero ha sido satisfactorio y gratificante. Amo ser sacerdote. Me siento muy honrado por la forma en que el Señor me ha usado para traer gracia y bendiciones a través de los sacramentos mientras intento servir a Su esposa, la Iglesia.
Ser un instrumento del amor y la misericordia de Dios puede ser a veces una carga muy pesada porque soy humano. Y, sin embargo, Dios me ha dado la gracia y la fuerza que necesito para participar en el ministerio sacerdotal a diario que incluye cosas como confesiones, Misas, bautismos, funerales, bodas, bendición de los sacramentales, programas parroquiales, reuniones, visitas a los enfermos, administración, capacitaciones, asesoramientos, orar por los parroquianos, escribir, enseñar, recaudar fondos, construir una nueva casa para Dios y siempre tratar de estar preparado para lo que venga después. ¡Vaya, qué vida! Es una vida sacerdotal que me ha hecho un mejor ser humano que trata de hacer la obra de Dios. Nada en este mundo me hace más feliz.
Durante este XV año de mi ordenación al sacerdocio, he sentido la presencia de Dios de manera palpable a través de mis oraciones y predicación. Sé de primera mano que Dios es generoso. Él nos recompensa cien veces más por todo lo bueno que hacemos por Su Iglesia. Cuando Pedro le preguntó a Jesús qué pasaría con los que han dejado su familia y sus planes, Jesús respondió: "Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos o tierras por Mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”. (Mt 19, 29). Esto solo reafirma el hecho de que Dios siempre nos devuelve más de lo que nosotros le damos.
Estoy muy contento de que el Señor me haya enviado a esta comunidad para ayudar a construir Su Iglesia en Peshastin. A veces ha sido un desafío, pero el Señor se ha mostrado de una y otra manera a través de su generosidad y sacrificio. Sus dones de tiempo, talento y tesoro han contribuido a la edificación de Su casa, tanto física como espiritualmente.
Estoy feliz de celebrar con todos ustedes mi XV año de sacerdocio y agradezco a Dios por mi vocación a través de la cual me ha dado mucha paz y alegría. Oro por todos ustedes para que al celebrar mi aniversario también puedan abrazar su propia vocación y cumplir la voluntad de Dios a través de ella.
Atentamente,
Rev. Miguel González