“Do you also want to leave?” This is the question which Jesus proposes when he sees that everyone is leaving. His teaching was hard to accept. The fact that people wanted to leave him is proof that Jesus was literally teaching them about the importance of eating his body and drinking his blood. We call this the Real Presence and, because of it, people thought he was crazy. They loved his miracles and teachings but could not accept this teaching and thus wanted to move on with their lives.
We too can be tempted to leave Jesus. This can happen for many reasons such as not having our petitions answered, or teachings we find too liberal or too conservative, or scandal caused by leaders in the Church.
When faced with controversy, we can leave the Lord and his Church but then where do we go? This is exactly what Peter struggled with when he said to Jesus, "Master, to whom shall we go? You have the words of eternal life. We have come to believe and are convinced that you are the Holy One of God." To say these words, especially in moments of confusion, disappointment or suffering is to really trust in the One God sent.
Let us ask the Lord that we may never leave him even when life is hard or when we get disappointed. After all, there is nothing that brings greater joy and true peace to our lives than the Lord.
Sincerely,
Rev. Miguel González
en Español:
"¿También ustedes quieren dejarme?" Esta es la pregunta que Jesús propone cuando ve que todos se van. Su enseñanza fue difícil de aceptar. El hecho de que la gente quisiera dejarlo es una prueba de que Jesús literalmente les estaba ensenando sobre la importancia de comer su cuerpo y beber su sangre. A esto le llamamos la Presencia Real y, debido a ello, la gente penso que estaba loco. Amaban sus milagros y enseñanzas, pero no podían aceptar esta ensenanza y por lo tanto querían seguir adelante con sus vidas.
Nosotros también podemos sentirnos tentados a dejar a Jesús. Esto puede suceder por muchas razones, por ejemplo, que no responda a nuestras peticiones, o las enseñanzas que encontramos demasiado liberales o demasiado conservadoras, o el escándalo causado por los líderes en la Iglesia.
Ante la controversia, podemos dejar al Señor y su Iglesia, pero ¿a dónde iremos? Esto es exactamente con lo que Pedro luchó cuando le dijo a Jesús:“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios”. Decir estas palabras, especialmente en momentos de confusión, desilusión o sufrimiento, es confiar realmente en el que Dios envió.
Pidamosle al Señor que nunca lo abandonemos, incluso cuando la vida sea dura o cuando nos desilusionemos. Después de todo, no hay nada que brinde mayor alegría y verdadera paz a nuestras vidas que el Señor.
Sinceramente,
Rev. Miguel González