From your Pastor…
It is pretty clear that the gospel for this Sunday challenges us to think about our own existence and to take an inventory of our talents to see how they may be used in service of Jesus and His Church. All of us have a vocation to know, love, and serve God in this life and to be happy with him forever in the next. We use what God has given us to fulfill our vocation.
Some have a vocation to marriage, others to single life, others to diaconate. Within these vocations are others such as teacher, police officer, farmer, orchard worker. No matter what our profession or work is, we are still called to treat it as a vocation from God.
Another specific vocation is to the priesthood and consecrated religious life. God takes the initiative to call people to live more closely with the Lord in a particular service to the Church. Simplicity of life, chastity and obedience are the gifts one uses to fulfill one’s vocation to serve the Church.
Any vocation is an invitation from God. God invites and we are called to respond. That requires quiet listening and watching for signs which tell us of God’s plan. God most often communicates His will to us through ordinary events in our daily lives. This may be through a friend, an experience at school, an encounter at work etc. The point is that we have to be on the lookout for how God is inviting us to take a particular direction. It is very rare for some kind of miraculous communication from God through a burning bush or a bolt of lightning. In some ways, that would be too easy. Discernment of a vocation requires a quiet relationship of speaking and listening – it is very ordinary.
Whether someone is called to religious life or to be a wife and mom, everyone’s vocation is a call to holiness. The way to find happiness is to live out the vocation which God has planned for us. And, as long as we are alive, God still has plans for us. Let us strive to always listen to the Lord through the ordinary events of daily life so we may merit eternal life with Him in Heaven.
Sincerely,
Rev. Miguel González
De parte de su Pastor…
Ahora Está bastante claro que el evangelio de este domingo nos desafía a pensar en nuestra propia existencia y a hacer un inventario de nuestros talentos para ver cómo pueden usarse al servicio de Jesús y su Iglesia. Todos tenemos la vocación de conocer, amar y servir a Dios en esta vida y ser felices con él para siempre en la próxima. Usamos lo que Dios nos ha dado para cumplir nuestra vocación.
Algunos tienen vocación al matrimonio, otros a la vida de soltero, otros al diaconado. Dentro de estas vocaciones se encuentran otras como la de maestro, policía, agricultor, jornalero. No importa cuál sea nuestra profesión o trabajo, todavía estamos llamados a tratarla como una vocación de Dios.
Otra vocación específica es al sacerdocio y la vida religiosa consagrada. Dios toma la iniciativa de llamar a las personas a vivir más estrechamente con El en un servicio particular a la Iglesia. La simplicidad de vida, la castidad y la obediencia son los dones que uno utiliza para cumplir su vocación de servir a la Iglesia.
Cualquier vocación es una invitación de Dios. Dios invita y nosotros estamos llamados a responder. Eso requiere escuchar tranquilamente y estar atento a las señales que nos hablan del plan de Dios. Dios nos comunica su voluntad con mayor frecuencia a través de eventos ordinarios en nuestra vida diaria. Esto puede ser a través de un amigo, una experiencia en la escuela, un encuentro en el trabajo, etc. El punto es que tenemos que estar atentos a cómo Dios nos está invitando a tomar una dirección particular. Es muy raro que haya algún tipo de comunicación milagrosa de parte de Dios a través de una zarza ardiente o un rayo. En cierto modo, eso sería demasiado fácil. El discernimiento de una vocación requiere una relación tranquila de hablar y escuchar; es algo muy común.
Ya sea que alguien esté llamado a la vida religiosa o a ser esposa y madre, la vocación de todos es un llamado a la santidad. La manera de encontrar la felicidad es vivir la vocación que Dios ha planeado para nosotros. Y mientras estemos vivos, Dios todavía tiene planes para nosotros. Esforcémonos por escuchar siempre al Señor a través de los acontecimientos ordinarios de la vida diaria para que merezcamos la vida eterna con Él en el Cielo.
Sinceramente,
Rev. Miguel González