From your Pastor...
The Lord gave a clear mission to the disciples when he commanded them to preach the “Good News.” He said to them, “Go out to all the world and proclaim the Good News.” The Mission of Jesus is now our Mission. Our task is to represent the Good News of the gospel so that when people interact with us, they see Jesus in our words and deeds. We are the ones that give strength and authority to the gospel of Jesus if we proclaim his message with fidelity and integrity.
If we want people to encounter Jesus through us, we need to focus on our actions more than our words. Our faith is best taught be example. Our relationship with Jesus fuels our actions. He has transformed our lives and offers to us the grace of love and forgiveness. That reality should inspire us to sacrificial love – the love which Jesus showed us from the cross. The philosopher Plato once wrote something that captures this sentiment: “Only those who love wish to die for others.”
The truth of this statement in our willingness to be generous, kind, forgiving and sacrificial. Preaching the gospel is best seen in the act of self-denial. Self-denial frees us up to serve others and to love without counting the cost. This takes us into a deep communion with the Lord. Jesus strengthened his communion with the Father through his self-denial and self-sacrifice. The same is true for us. Through our sacrificial service, we deepen our communion with the Lord.
Words and prayers are not enough for salvation, we have to work. Our communion with the Lord has the power to transform our lives and enable us to faithfully respond to his command to preach the gospel.
Sincerely,
Rev. Miguel González
De parte de su Pastor...
El Señor dio una misión clara a los discípulos cuando les ordenó predicar la “Buena Nueva”. Él les dijo: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva”. La Misión de Jesús es ahora nuestra Misión. Nuestra tarea es representar la Buena Nueva del evangelio para que cuando las personas interactúen con nosotros, vean a Jesús en nuestras palabras y hechos. Somos los que damos fuerza y autoridad al evangelio de Jesús si proclamamos su mensaje con fidelidad e integridad.
Si queremos que las personas encuentren a Jesús a través de nosotros, debemos centrarnos en nuestras acciones más que en nuestras palabras. Nuestra fe se enseña mejor con el ejemplo. Nuestra relación con Jesús alimenta nuestras acciones. Él ha transformado nuestras vidas y nos ofrece la gracia del amor y del perdón. Esa realidad debería inspirarnos al amor sacrificado, el amor que Jesús nos mostró desde la cruz. El filósofo Platón escribió una vez algo que captura este sentimiento: “Solo aquellos que aman desean morir por los demás”.
La verdad de esta declaración es nuestra voluntad de ser generosos, amables, personas de perdón y sacrificio. La predicación del evangelio se ve mejor en el acto de abnegación. La abnegación nos libera para servir a los demás y amar sin contar el costo. Esto nos lleva a una profunda comunión con el Señor. Jesús fortaleció su comunión con el Padre a través de su abnegación y sacrificio. Lo mismo es cierto para nosotros. A través de nuestro servicio sacrificado, profundizamos nuestra comunión con el Señor.
Las palabras y las oraciones no son suficientes para la salvación, tenemos que trabajar. Nuestra comunión con el Señor tiene el poder de transformar nuestra vida y permitirnos responder fielmente a su mandato de predicar el evangelio.
Sinceramente,
Rev. Miguel González