From your Pastor…
We entered into the Holy Season of Lent which could be rightly called the Holy Season of self-control. The upcoming 40 days of Lent give us the opportunity to detach ourselves from the things of the world so as to focus on the life which is to come. Ash Wednesday and Good Friday are days of Fast and Abstinence: One full meal and two small ones and we abstain from meat. Fasting applies to people 18 to 59 and abstaining from meat applies to those from age 14 and older Lent is a time of preparation for Easter.
The ashes we received Wednesday are a gesture whereby we recognize that we have sinned. We do it in public matter and with repentant hearts open to conversion. Ashes are symbolic of the destruction of sin in our lives but conversion is the seed that flourishes in the midst of ashes giving us new life. Lent is a commitment to convert the deepest part of our hearts.
Lent comes from the Latin word “Forty”. During this season we technically have 46 days because we have Sundays in between and they don’t count as part of Lent. Why is the number 40 so significant? It is the traditional number that means complete or fulfilled. The Israelites stayed 40 days in the desert, Noah stayed 40 days in the ark during the rain and flood. Jonah preached in Nineveh for 40 days, Jesus fasted in the desert for 40 days.
Now, we enter into this Holy season of forty days of sacrifice: Prayer, fasting and almsgiving. When doing these things, we must be rooted in giving honor and glory to God and not ourselves. Almsgiving should be done in private so that our Father who is able to see the secrecy in our lives will reward us. Our challenge is to give money back to God without anyone noticing. It is a secret between us and God. In the time of Jesus people would use giving as an opportunity to create a positive public image. People didn’t give money for the sake of others but to build up a good image for themselves.
In addition, prayer was sometimes used for public praise. Pharisees, for example, liked to pray loudly in the streets for all to hear. In contrast, Jesus challenges his followers to pray in private – to close the door and enter into a personal intimacy with the Father without drawing any attention to oneself. Not to do that is to engage in hypocrisy. The meaning of “hypocrite” is “actor”. How many times we have not been genuine or sincere by just acting in our relationship with others.
Finally, fasting is a sacrifice we offer to the Lord. It is not done for people to see us. This is one of the mandates of our Lady of the rosary in Fatima that we should offer sacrifices for the conversion of others. During lent we are called to sacrifice for the conversions of our souls. We sacrifice because as St. Paul says, “I rejoice in my sufferings for your sake, and in my flesh, I am filling up what is lacking* in the afflictions of Christ on behalf of his body, which is the church” Col 1:24. The part that is lacking in the suffering of Jesus is our own suffering and our cooperation with the grace of God. When we do this, our suffering will help us to be purified of all the negative effects of our sinful actions.
Let us pray that we may use this season of Lent to offer our lives in penance and sacrifice. May the giving of alms, prayer and fasting purify our lives and lead us to join in the resurrection of Christ in the last day.
Sincerely,
Fr. Miguel González
De parte de su Pastor…
Entramos en la Temporada Santa de Cuaresma que bien podría llamarse la Temporada Santa del dominio propio. Los próximos 40 días de Cuaresma nos dan la oportunidad de desprendernos de las cosas del mundo para centrarnos en la vida que está por venir. El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son días de Ayuno y Abstinencia: Una comida completa y dos pequeñas y nos abstenemos de carne. El ayuno se aplica a las personas de 18 a 59 años y la abstención de carne se aplica a los mayores de 14 años. La Cuaresma es un tiempo de preparación para la Pascua.
Las cenizas que recibimos hoy son un gesto por el cual reconocemos que hemos pecado. Lo hacemos en un asunto público y con corazones arrepentidos abiertos a la conversión. Las cenizas simbolizan la destrucción del pecado en nuestras vidas, pero la conversión es la semilla que florece en medio de las cenizas dándonos nueva vida. La Cuaresma es un compromiso de convertir lo más profundo de nuestro corazón.
Cuaresma viene de la palabra latina “cuarenta”. Durante esta temporada técnicamente tenemos 46 días porque tenemos domingos en el medio y no cuentan como parte de la Cuaresma. ¿Por qué es tan significativo el número 40? Es el número tradicional que significa completo o cumplido. Los israelitas permanecieron 40 días en el desierto, Noé permaneció 40 días en el arca durante la lluvia y el diluvio. Jonás predicó en Nínive durante 40 días, Jesús ayunó en el desierto durante 40 días.
Ahora, entramos en esta temporada santa de cuarenta días de sacrificio: Oración, ayuno y limosna. Al hacer estas cosas, debemos estar arraigados en dar honor y gloria a Dios y no a nosotros mismos. La limosna debe hacerse en privado para que nuestro Padre que puede ver el secreto en nuestras vidas nos recompense. Nuestro desafío es devolver el dinero a Dios sin que nadie se dé cuenta. Es un secreto entre nosotros y Dios. En la época de Jesús, la gente usaba el dar como una oportunidad para crear una imagen pública positiva. La gente no daba dinero por el bien de los demás, sino para construir una buena imagen de sí mismos.
Además, la oración se usaba a veces para la alabanza pública. A los fariseos, por ejemplo, les gustaba orar en voz alta en las calles para que todos los escucharan. En contraste, Jesús desafía a sus seguidores a orar en privado, a cerrar la puerta y entrar en una intimidad personal con el Padre sin llamar la atención sobre uno mismo. No hacerlo es caer en la hipocresía. El significado de "hipócrita" es "actor". Cuantas veces no hemos sido genuinos o sinceros con solo actuar en nuestra relación con los demás.
Finalmente, el ayuno es un sacrificio que ofrecemos al Señor. No se hace para que la gente nos vea. Este es uno de los mandatos de nuestra Señora del rosario en Fátima que debemos ofrecer sacrificios por la conversión de los demás. Durante la Cuaresma estamos llamados a sacrificarnos por la conversión de nuestras almas. Nos sacrificamos porque como dice San Pablo: “Ahora me alegro cuando tengo que sufrir por ustedes, pues así completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo para bien de su cuerpo, que es la Iglesia.” Col 1: 24. La parte que falta en el sufrimiento de Jesús es nuestro propio sufrimiento y nuestra cooperación con la gracia de Dios. Cuando hacemos esto, nuestro sufrimiento nos ayudará a ser purificados de todos los efectos negativos de nuestras acciones pecaminosas.
Oremos para que podamos usar este tiempo de Cuaresma para ofrecer nuestras vidas en penitencia y sacrificio. Que la limosna, la oración y el ayuno purifiquen nuestra vida y nos lleven a unirnos a la resurrección de Cristo en el último día.
Sinceramente,
Fr. Miguel González