This weekend we celebrate the Feast of the Ascension of Jesus Christ into Heaven. After confirming his resurrection to his disciples through his appearances to them, he indicat- ed that he would not be with them in the same way. He was going to leave them. But first, he would instruct them on how to live out his teachings and find strength as they set out to preach the gospel.
The thought of the risen Lord leaving the disciples must have left them filled with anxiety and worry. Jesus calmed them by promising to send another Advocate who would guide them, guard, them and inspire them to service. This Advocate, of course, would be the Holy Spirit given to the Church at Pen- tecost.
When all of this was complete, Jesus blessed his disciples and ascended into Heaven taking his seat at the right hand of the Father.
The Ascension of Jesus into Heaven does not mean we are alone. God’s Holy Spirit is with us today in the same way it was with the disciples on Pentecost. We also have the gift of Jesus Christ in the Most Holy Eucharist. No, we are not alone. Our task is to be open to the ways in which God’s Holy Spirit is moving in our personal lives and in the life of our parishes and universal Church.
As we celebrate the Ascension this weekend, let it be a reminder of the hope we have to one day share in the glory of Christ. May our openness to the Holy Spirit lead us one day to the happiness of Heaven.
Sincerely,
Fr. Miguel González
en Español:
Este fin de semana celebramos la Fiesta de la Ascension de Jesucristo al Cielo. Despues de confirmar su resurreccion a sus discípulos a traves de sus apariciones ante ellos, indico que el no estaría con ellos de la misma manera. Iba a dejarlos. Pero primero, el les instruiría sobre como vivir sus en- senanzas y encontrar fuerza cuando se dispusieran a predicar el evangelio.
La idea de que el Senor resucitado dejara a los discípulos debe haberlos dejado llenos de ansiedad y preocupacion. Jesus los calmo prometiendo enviar a otro abogado que los guiara, los guardara y los inspirara a servir. Este Abogado, por supuesto, sería el Espíritu Santo dado a la Iglesia en Pentecostes.
Cuando todo esto se completo, Jesus bendijo a sus discípulos y ascendio al cielo tomando su asiento a la derecha del Padre.
La Ascension de Jesus al Cielo no significa que estamos solos. El Espíritu Santo de Dios esta con nosotros hoy en día de la misma manera que lo fue con los discípulos en Pentecostes. Tambien tenemos el don de Jesucristo en la Santísima Eucaristía. No, no estamos solos. Nuestra tarea es estar abiertos a las formas en que el Espíritu Santo de Dios se mueve en nuestras vidas personales y en la vida de nuestras parroquias y de la Iglesia universal.
Al celebrar la Ascension este fin de semana, que sea un recordatorio de la esperanza que tenemos de compartir un día en la gloria de Cristo. Que nuestra apertura al Espíritu Santo nos lleve un día a la felicidad del Cielo.
Sinceramente,
Fr. Miguel González