As I have been reflecting on the consolidation of our two parishes into one, it occurs to me that this action has a parallel with the sacraments – particularly the Sacrament of Baptism and the Sacrament of the Eucharist. Baptism is the foundation of our sacramental relationship with God. This parish merger of ours brings us into greater communion with one another. Our family will be larger and more united with a common vision and focus
on the mission of the Church. That is exactly what Baptism gives to us – new life, deeper communion with God, and membership into a big family of faith. Just as we rely on our baptism for the grace we need to strengthen our Church family, so too we look for grace-filled moments during this time of transition which will lead and strengthen our family of faith here in central Washington.
When we celebrate the Sacrament of the Eucharist, we express our unity with one another here and now and also with the Church in Heaven where all the saints enjoy the heavenly banquet. The Eucharist points us to Heaven which is the very place to which Mary was assumed at the moment her life on this earth ended. The Assumption of the Blessed Mother is therefore an appropriate name for our new community. Through the Eucharist we are drawn closer to one another as we are fed along the way to Heaven. Where Mary went, we hope to follow. As we continue our process to make now our building let us continue striving for growth in the sacraments. By this all will know of our strong discipleship in the Lord and our desire to live forever in Heaven.
Sincerely,
Rev. Miguel González
En Español:
Al haber estado reflexionando sobre la consolidación de nuestras dos parroquias en una sola, me parece que es una acción paralela con los sacramentos – particularmente el Sacramento del Bautismo y el Sacramento de la Eucaristía. El bautismo es el fundamento de nuestra relación sacramental con Dios. Esta fusión parroquial nos une a una mayor comunión entre nosotros. Nuestra familia sera mas grande y mas unida con una visión común y centrada en la misión de la Iglesia. Eso es exactamente lo que nos da el bautismo: una vida nueva, una comunión más profunda con Dios y la pertenencia a una gran familia de fe. Así como confiamos en nuestro bautismo por la gracia que necesitamos para fortalecer nuestra familia eclesial, también buscamos momentos llenos de gracia durante este tiempo de transición que conducirá y fortalecerá nuestra familia de fe aquí en Washington central.
Cuando celebramos el Sacramento de la Eucarístía, expresamos nuestra unidad unos con otros aquí y ahora y también con la Iglesia en el Cielo donde todos los santos disfrutan del banquete celestial. La Eucarístía nos señala al Cielo, que es el mismo lugar al que María fue asunta en el momento en que terminó su vida en esta tierra. Por lo tanto, la Asunción de la Santísima Virgen es un nombre apropiado para nuestra nueva comunidad. A través de la Eucarístía nos acercamos más unos a otros mientras nos alimentamos en el camino hacia el Cielo. Esperamos seguir a María a donde ella está.
A medida que continuamos nuestro proceso para hacer ahora nuestro edificio continuamos luchando por nuestro crecimiento espiritual al recibir los sacramentos. Con esto todos sabrán de nuestro fuerte discipulado al Seńor y nuestro deseo de vivir para siempre en el Cielo.
Sinceramente,
Rev. Miguel González